Medellín implementa en Provenza la estrategia de árbol hábitat para proteger la biodiversidad
Ese día, muy puntual, a las nueve de la mañana, el barrio Provenza en El Poblado, fue testigo de un renacer: donde antes hubo un árbol talado por riesgo, ahora se le...
Ese día, muy puntual, a las nueve de la mañana, el barrio Provenza en El Poblado, fue testigo de un renacer: donde antes hubo un árbol talado por riesgo, ahora se levantó un refugio vivo para aves, mariposas y pequeños insectos. La estrategia se llama árbol hábitat, y aunque suena a poesía, es ciencia aplicada para devolverle vida a lo que parecía perdido.
La primera en llegar, con una sonrisa amplia y la serenidad de quien conoce cada raíz y cada corte de tronco, fue Elizabeth Valverde, ingeniera forestal desde hace casi 20 años y contratista de la Alcaldía de Medellín desde hace tres. Ella dio la bienvenida al grupo integrado por vecinos, equipos técnicos, colectivos ambientales y funcionarios como la secretaria de Medio Ambiente, Marcela Ruíz y el secretario de Infraestructura, Jaime Naranjo y ella también la que se encargó de explicar, paso a paso, en qué consiste este gesto que combina conocimiento técnico con sensibilidad ambiental.
“El árbol hábitat es devolverle una nueva funcionalidad a un tocón de un árbol talado por riesgo. En lugar de arrancarlo por completo, lo transformamos en un hogar para nuevas especies y en un pequeño motor del ecosistema”, contó Elizabeth, acariciando con la mirada la madera que, desde ese momento, se convirtió en refugio.
Un procedimiento planeado
El procedimiento no es improvisado. Cuando un árbol debe ser retirado porque amenaza la vida o la infraestructura; lo usual es sembrar otro en su lugar, pero en espacios de difícil acceso, como las laderas de quebradas, la extracción completa es inviable. Allí surge la estrategia: dejar un fragmento del tronco en pie y tallarle cortes que se convierten en jardineras naturales. En ellas se siembran plantas menores, algunas de flores brillantes que atraen polinizadores como abejas, mariposas y hasta colibríes. Otras ayudan a que escarabajos y hormigas inicien procesos de descomposición que enriquecen el suelo. “Lo que hacemos es crear microhábitats para que la vida regrese y el equilibrio del ecosistema se mantenga. No es un árbol muerto: es un árbol transformado”.
La escena fue conmovedora: en pleno Provenza, ese rincón de Medellín conocido en el mundo por su vitalidad y por el verde que lo envuelve, un tronco antes inerte se convirtió en una jardinera alta y vibrante. Quien hoy camina por el sendero de la quebrada se encuentra con un espectáculo inesperado: plantas trepadoras que, poco a poco, se mezclan con el entorno, dando la impresión de que el árbol había decidido reinventarse para seguir habitando el lugar.
Nuevas vidas
Este no es un caso aislado. Medellín ya cuenta con tres árboles hábitat: el último es el de Provenza. Cada uno cuenta su propia historia de fortaleza, pero este es especial, la comunidad lo vio nacer y ahora lo reconoce como un símbolo de transformación.
Elizabeth destaca que “un árbol hábitat no solo es un aporte ecológico, también es un aporte estético. Caminar por la quebrada y encontrarse con esta especie de jardinera viva es algo muy bonito. Es la naturaleza que, en lugar de desaparecer, se reinventa”.
Esa mañana la puntualidad de las nueve de la mañana no fue un detalle menor: se convirtió en la hora exacta en la que la muerte de un árbol se transformó en la promesa de una nueva vida por la que hoy sigue trabajando la Alcaldía de Medellín.
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