De vivir en la calle a cuidar las quebradas de Medellín: él es Jonathan, el guardián de la esperanza
Jonathan Rojas vivió en la calle durante varios años. Gracias a las oportunidades que brinda la Alcaldía de Medellín, se resocializó y ahora trabaja como guardaquebr...

Jonathan Rojas vivió en la calle durante varios años. Gracias a las oportunidades que brinda la Alcaldía de Medellín, se resocializó y ahora trabaja como guardaquebradas protegiendo el medio ambiente.
Su carisma y su poderosa energía ocultan las durezas de su vida. No revelan las largas noches tirado en andenes de bodegas ni las dos puñaladas que recibió ni la zozobra suprema a la intemperie en tiempos de pandemia.
Parado junto a la quebrada Altavista, al frente de la Institución Educativa Yermo y Parres de Belén, occidente de Medellín, Jonathan Alexánder Rojas Valencia recuerda su infancia en Caldas (Antioquia), la adrenalina de hace unos años, las horas tenebrosas en las calles y la resurrección desde que empezó el proceso de resocialización con la Alcaldía de Medellín, hasta ahora que trabaja como guardaquebradas –otro programa del Distrito– y entonces su mirada profunda transmite esperanza.
El hombre de 35 años, ojos verdes y aretas de cruces colgantes, suspende por un rato su labor como guardián tipo A, en la que estaba limpiando las orillas de la quebrada, para hablar de su historia.
“Fue una decisión personal”
Sus padres, Luz Dary y John Fredy, ya murieron. Tiene tres hermanos y vive en el barrio Obrero de Copacabana, norte del Valle de Aburrá, con una tía y otros familiares. Toma el metro o rutas integradas para llegar a una de las 4217 quebradas de Medellín. Los guardaquebradas rotan: una jornada en un afluente, al día siguiente en otro y así.

Jonathan es guardián tipo A: limpia residuos, trabaja en paisajismo y embellecimiento de los bordes de las quebradas.
Es una nueva vida la de Jonathan, muy distinta a la de hace 14 años, época de rumba en la que probó la marihuana y le gustó mucho; luego, la cocaína y el abismo.
Primero fue el ensayo. Después, el consumo cotidiano de ambas sustancias. Una vez, en Itagüí, casi encuentra la muerte cuando dos sujetos le propinaron dos puñaladas y le causaron una herida vertebral y otra pulmonar.
Tenía 23 años cuando salió de Caldas y se radicó en el sector Estadio de la capital antioqueña. Cada vez más ambiente nocturno, más rumba, hasta que el asfalto se lo tragó.
De 27 años se volvió habitante de calle. “Fue una decisión personal”, apunta. Las afueras de las bodegas de las zonas industriales de Guayabal y Belén se convirtieron en su “hogar”.

Jonathan también siembra árboles en las orillas de las quebradas, hace tareas de educación comunitaria y movilización ciudadana para el cuidado y protección de las fuentes hídricas.
Días grises
Trabajó reciclando. Además, barría los andenes de restaurantes y como pago recibía desayuno y almuerzo. “Nos señalan como ladrones, pero nunca tuve que robar. Siempre aprendí a trabajar. No se puede juzgar ni señalar al habitante de calle. En Guayabal y Belén me querían, ayudábamos a cuidar carros”, dice.
También compraba alimentos en la Central Mayorista y los cocinaba en un fogón de petróleo en una acera. “Con otros habitantes de calle compartía solamente para cocinar y comer, porque si uno va a vivir en la calle es solo, uno se responsabiliza de sus actos”, expresa.
La experiencia más difícil para él fue entre 2020 y 2022, durante la pandemia de covid-19: “Veía compañeros que caían en la calle y sangraban por la nariz; los restaurantes estaban cerrados”.

Compañeros de Jonathan Rojas en el programa Guardaquebradas de la Alcaldía de Medellín.
Hasta que decidió dejar la calle. “Ya estaba cansado, quería una oportunidad”, cuenta. “Por eso, de una vez me fui con ellos (servidores de la Secretaría de Inclusión Social de la Alcaldía de Medellín) para el patio 2 de Centro Día”.
La resocialización
En Centro Día estuvo 43 días. Allá recibió atención básica y comenzó el preproceso de resocialización, en el que los profesionales de la Alcaldía analizan los comportamientos de quienes quieren otro tipo de vida. Son personas que, voluntariamente, dejan la calle y llegan a Centro Día en busca de empezar a recorrer nuevos caminos. En esta ruta son fundamentales los centros de atención básica.
Luego pasó al semiabierto en el parque Juanes de la Paz, donde, de 7:00 a. m. a 3:00 p. m., participó con otras 50 personas o más en jornadas educativas con el SENA, lectura en la biblioteca de Castilla, películas, espacios con el Inder.

La Secretaría de Medio Ambiente coordina Guardaquebradas, primer programa integral para el cuidado hídrico en Medellín.
De 3:00 p. m. a 6:00 p. m. quedaban libres, lapso que constituía una especie de reto en el que ellos medían su fuerza de voluntad para continuar en el proceso. Y pasaba las noches en dormitorios sociales ubicados en la calle La Alhambra, en el Centro.
Ya resocializado dice: “Fue muy duro acoplarme al programa, pero no me gusta abandonar las cosas y seguí. Hay profesionales muy capacitados en resocialización, siempre estaban pendientes de mí. Hice dos veces el proceso de desintoxicación con Carisma”.
El proceso de resocialización duró un año y el acto de graduación fue el 30 de enero de 2025 en Plaza de la Libertad. Sin embargo, desde antes, 16 de noviembre de 2024, comenzó a trabajar como guardaquebradas, oficio en el que afirma: “me gusta colaborar con el medio ambiente, cuidar y conservar el agua. Una de las mayores motivaciones de haber entrado al programa de resocialización era poder volver a entrar al campo laboral. Estoy muy agradecido con la Alcaldía de Medellín”.

En primera fila, empezando a la izquierda, está Jonathan en la graduación de su resocialización, el 30 de enero de 2025.
Acompañamiento integral
La Secretaría de Inclusión Social y Familia de la Alcaldía coordina el Sistema Habitante de Calle. El 30 de enero de 2025 se graduaron 45 personas en resocialización. De ellas, 34 accedieron a oportunidades de trabajo gracias al esfuerzo de dependencias y entidades como las secretarías de Inclusión Social y Familia y Medio Ambiente, la Oficina Pública de Empleo del Distrito, el Jardín Botánico, el ITM y la Corporación Nuevos Ideales. Desempeñan roles de chef, operario de aseo, trabajador de construcción, administrador de hotel, guardaquebradas, jardinero, guía educativo y gestor ambiental.
El proceso comienza con atención básica en calle y se complementa con acciones especializadas de deshabituación y consumo, formación en competencias laborales, emprendimiento, apoyo en la búsqueda de empleo y seguimiento, que es un acompañamiento a los egresados en su integración social y familiar para fortalecer su autonomía.

El alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, visitando a un grupo de guardaquebradas.
En palabras de la secretaria de Inclusión Social y Familia, Sandra Sánchez: “los acompañamos mediante un proceso integral, psicosocial, ocupacional, de bienestar y salud, que hoy nos da cuenta de su firmeza, su convicción, de esas ganas de salir adelante. En Medellín, como dice nuestro alcalde, Federico Gutiérrez, el que quiere, acá estamos para ayudarlo a salir adelante”.
En este momento, 129 hombres y mujeres están en proceso en los programas de resocialización.
Cuidadores de los afluentes
Por su parte, la Secretaría de Medio Ambiente coordina Guardaquebradas, primer programa integral para el cuidado hídrico en Medellín. Fomenta la conservación de los afluentes, la inclusión social, la gestión del riesgo y la generación de empleos verdes.
El programa incorporó a 114 empleados: 21 técnicos y 93 guardianes de quebradas, vinculados a través de un convenio con la Fundación Universidad de Antioquia. Dentro de este equipo, 23 son representantes de comunidades indígenas, como los emberas katíos, emberas chamíes y zenúes; cinco guardianes son parte de los programas de la Secretaría de Inclusión Social y Familia, como el de resocialización; dos son integrantes del programa Parceros de la Secretaría de Seguridad y Convivencia y seis son mayores de 54 años, quienes han encontrado una oportunidad para dar continuidad a su vida laboral.

El programa Guardaquebradas incorporó a 114 empleados: 21 técnicos y 93 guardianes de quebradas.
Los guardaquebradas han hecho intervenciones en más de 1346 puntos de 56 quebradas principales, con la participación de 14 841 ciudadanos, lo que ha logrado recolectar y disponer más de 605,86 metros cúbicos de residuos.
“Nosotros hacemos la tarea como administración, pero ojo con lo que nos encontramos en las quebradas, como muebles, escaparates, bicicletas, como si fueran los botaderos o los patios de atrás de las casas. No, eso no. Las quebradas son vida. Mantenerlas limpias es aportar al medio ambiente, pero también prevenir el riesgo”, ha dicho el alcalde, Federico Gutiérrez Zuluaga.
Una nueva persona
Los guardianes están divididos en categorías A y B. Los primeros desarrollan acciones de limpieza de residuos, paisajismo, embellecimiento en los bordes de las quebradas, siembra de árboles, educación comunitaria y movilización ciudadana para el cuidado y protección de las fuentes hídricas. Los segundos se concentran en los cauces de las quebradas, mejorando sus condiciones hidráulicas.

Jonathan vive en el barrio Obrero de Copacabana.
Jonathan ha trabajado en las quebradas La Volcana, La Iguaná, Altavista, entre otras. En el grupo de guardaquebradas, rodeado por sus compañeros, se percibe un ambiente muy diferente al que relata de sus tiempos de habitante de calle.
Es entonces cuando manifiesta: “hoy me siento como una nueva persona, como si hubiera vuelto a nacer. Me tocó aprender nuevas cosas y desaprender muchas que había adquirido en la calle. Me siento superagradecido con la vida y con la Alcaldía de Medellín por todas las oportunidades que me ha brindado. Nunca es tarde para volver a empezar”.
Es bachiller y quiere estudiar diseño industrial. Con su trabajo en las orillas de las quebradas le aporta a la ciudad. Desde ahí ve cómo fluye el agua, como ha fluido su vida por distintos cauces.
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