Con una cocina a la medida mejoramos la calidad de vida de Edilma en el barrio Aures 1 de Medellín
Edilma Herrera es una mujer bajita. Además, sufre de la columna y ello le ha reducido su estatura. Por eso, en el programa de Mejoramiento de Vivienda del Isvimed, entid...
Edilma Herrera es una mujer bajita. Además, sufre de la columna y ello le ha reducido su estatura. Por eso, en el programa de Mejoramiento de Vivienda del Isvimed, entidad del Distrito, le instalamos una cocina a la medida y con ella ahora prepara los alimentos con más comodidad y seguridad.
Para alcanzar una olla en su antigua cocina, Edilma Herrera se tenía que subir en un banquito improvisado, lo que le generaba riesgos de accidentes. La mujer de 68 años medía un metro con 43 centímetros y, debido a un problema de columna, su estatura se redujo y ahora es de un metro con 27 centímetros.
Es por ello que la nueva cocina que le instalamos, como parte del programa de Mejoramiento de Vivienda del Instituto Social de Vivienda y Hábitat de Medellín (Isvimed), le mejoró su calidad de vida. Ya se siente más cómoda y segura en este espacio de su casa, ubicada en el barrio Aures 1 de la comuna siete (Robledo), noroccidente de la ciudad.
“Me dicen que parece una cocinita de juguete”, comenta ella con alegría para ilustrar la diferencia, por ejemplo, entre el mesón de una cocina convencional, que tiene una altura de 90 centímetros, y el nuevo, de 70 centímetros. Los cajones de arriba también fueron ubicados de modo que la mujer los alcance con mayor facilidad.
Más de 3300 familias beneficiadas
Desde la Administración Distrital, liderada por el alcalde, Federico Gutiérrez, hemos invertido unos 55 000 millones de pesos en Mejoramiento de Vivienda. Las beneficiarias del subsidio son más de 3300 familias de 10 comunas y los cinco corregimientos. La inversión en cada casa es de hasta 15 salarios mínimos legales mensuales vigentes.
La estrategia busca superar el déficit cualitativo de vivienda, mediante la solución de una o varias necesidades básicas. Valentina Aguilar Ramírez, directora del Isvimed, detalla: “Es una de las apuestas que hace el Distrito, no solo para entregar viviendas dignas, sino para impactar la calidad de vida. A la fecha tenemos una inversión de $55 000 millones, de los cuales $27 200 millones han sido gracias a aliados estratégicos, tanto del sector público como privado. Además, mediante recursos de Presupuesto Participativo se priorizaron $2700 millones en Mejoramiento de Vivienda, lo que ha beneficiado a más de 200 familias”.
- Beneficiarios del programa de Mejoramiento de Vivienda del Distrito de Medellín.
Edilma, una de las beneficiarias, es ama de casa y cuida a su nieto Emiliano, de 10 años, mientras a él le llega la hora de ir al colegio en las tardes.
Campesina de Urrao
La señora es campesina de la vereda Quebrada El Salado de Urrao, Suroeste antioqueño. En su juventud veía muy poco, porque nació con miopía, catarata y astigmatismo.
Se conoció con Ernesto Antonio Machado Martínez, otro campesino de Urrao, y conformaron un hogar en el que tuvieron siete hijos (dos de ellos murieron en el parto) y cinco nietos.
Su esposo murió en 2021 debido a un accidente cerebrovascular. A Ernesto lo recuerdan casi como a una leyenda. Fue caminante del monte y nadador de río. Tuvo 28 hijos con cuatro mujeres; todos, en aquel municipio del Suroeste. La mayor murió de 74 años cuando él aún estaba vivo y la menor es Yeni, de 31, hija de Edilma.
Su descendencia incluye nietos, bisnietos y tataranietos. Cuando tenía 94 años le hicieron un homenaje en la vereda La Honda, en casa de una hija, y llegaron 250 personas.
Sombreros y carriel
Surley Machado Herrera, hija de Ernesto y Edilma, acompaña a su madre en esta entrevista. Cuenta que ella y casi todos sus hermanos nacieron en la vereda San Matías, ubicada a más de dos horas en chiva (camión escalera) del casco urbano, en tanto que la primera hija nació en el corregimiento La Encarnación.
En Urrao, Edilma, Ernesto y sus hijos vivían de los cultivos de caña de azúcar y café. Por la violencia del conflicto armado, en 2005 les tocó vender su tierra y arrancaron para zona rural de Cisneros, Nordeste de Antioquia, donde residía un hermano medio de Surley. Allá se quedaron hasta 2011, cuando se trasladaron para Aures 1, en Medellín, cerca de la vivienda de Surley. A Edilma la operaron en la década de los 2000 y quedó viendo bien.
Ernesto no se amañaba en la ciudad ni encerrado en la casa, por lo que viajaba con frecuencia a Urrao a trabajar en la finca de otros hijos suyos, volvía a Medellín y se iba para una finca de sus parientes en Barbosa, norte del Valle de Aburrá, a laborar en el campo. Visitaba a otros hijos en Itagüí, en el Aburrá sur. Trabajó hasta los 95 años, edad en la que murió.
Su legado fue memorable. En la sala de la casa de Edilma hay un cuadro de Jesús, el Buen Pastor, y otro del Corazón de Jesús y el Corazón de María, y en el medio, la foto de Ernesto con sombrero crema, bigote, camisa blanca, cadena plateada y dos fechas: 2 de noviembre de 1925 y 30 de marzo de 2021. El marco lo rodean cuatro sombreros y el carriel que usaba el hombre.

Edilma Herrera y su hija Surley Machado.
“Una bendición”
Debajo de las imágenes, en el sofá, están sentadas Edilma y Surley. La hija relata cómo llegaron al mejoramiento de la vivienda de su madre: “Hace unos años, mi suegra recibió mejoramiento de vivienda. Le pusieron piso y le hicieron cocina y baño. Mi hermana Maricela se postuló para el mejoramiento de la casa de mi mamá y salió beneficiada con presupuesto de unos 14 millones de pesos. El mejoramiento fue en marzo de este año y consistió en la construcción de la nueva cocina”.
Edilma se para, va y muestra su nueva cocina: mesón de acero, cajones color crema y enchape crema y café oscuro. “Me he sentido bien, porque la anterior era muy alta. Ya me quedó a la medida”, dice la señora.

Edilma Herrera en la nueva cocina de su casa, ubicada en el noroccidente de Medellín.
A su hija Surley también le gustó la mejora: “Agradecidas, porque este beneficio es una bendición. No lo teníamos y es muy bueno pensando en la salud de mi mamá”.

El mesón de la nueva cocina de Edilma tiene una altura de 70 centímetros. La de uno convencional es de 90 centímetros.
Luego de la entrevista, Edilma toma su bastón y sale por una empinada calle del barrio. Deja por un rato la casa, donde está resuelta la necesidad que tenía de contar con una cocina adecuada para ella.






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