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Odie: El perro que esperó 13 años y encontró un hogar en Medellín

Después de más de una década en el Centro de Bienestar Animal La Perla, Odie finalmente encontró una familia que lo ama.

Odie: El perro que esperó 13 años y encontró un hogar en Medellín

La historia de Odie

Hace dos meses la vida le cambió para siempre a Odie. Después de 13 años de espera en el Centro de Bienestar Animal La Perla, aquel perro que conmovió a Medellín con su historia encontró lo que tanto merecía: una familia. Hoy, ya adoptado, su mirada ya no refleja incertidumbre sino paz; su rutina no es la del encierro, sino la de los paseos, las caricias y la compañía constante.

Una conexión especial

Sus nuevos dueños, Juan Guillermo Palma, ingeniero de sistemas, y su esposa, Daniela Avendaño, odontóloga, están próximos a cumplir cinco años de casados. Para ellos, Odie llegó como un regalo inesperado, justo en el momento en que la ausencia de su anterior perro todavía pesaba en la casa.

“Se murió de viejito, cuatro meses antes. Veníamos de un duelo muy fuerte y siempre habíamos hablado de darle la oportunidad a un perrito adulto, pero no se había dado”, recuerda Daniela.

El momento decisivo

La conexión fue casi mágica. Una madrugada, mientras esperaba un vuelo en Bogotá, Daniela leyó en un periódico la noticia de Odie: un perro mestizo que llevaba más de una década aguardando por un hogar. Lo que no sabía en ese instante era que el día en que Odie ingresó a La Perla coincidía exactamente con su cumpleaños: el 27 de octubre. Ese detalle, dicen, fue la señal definitiva.

“Cuando nos dimos cuenta, dijimos: ese es, tenemos que ir por él”, cuenta Juan Guillermo.

El primer encuentro

Ese primer encuentro no fue el típico de los cachorros que corren y saltan. Odie los miró con cierta indiferencia, como si creyera que lo habían llevado a su tratamiento rutinario de oídos y huesos.

“Iba derecho, tranquilo, como escéptico. No se abalanzó, pero tampoco se resistió. Lo acariciamos y lo fuimos ganando poco a poco”, recuerda Daniela.

La vida con Odie

Hoy Odie tiene su propio espacio en la habitación de sus dueños: una cama con colchón, varias cobijas, una verde y otra estampada con huellitas, y un par de peluches. En las noches, si el calor lo incomoda, no duda en buscar otro rincón de la casa.

Pero Odie no solo transformó la rutina de Daniela y Juan Guillermo. También la de sus padres y hasta la de su suegro, que pasaba los días apagado por problemas de salud y ahora encuentra motivación para sacarlo a caminar.

“Hasta nos llama para preguntar si lo puede pasear. Odie le devolvió las ganas de salir”, dicen con una sonrisa.

Un compañero fiel

En casa, Odie es obediente: sabe dónde están sus cosas, se ubica solo en sus lugares y jamás ha destruido nada. Solo una vez orinó en el patio porque sus dueños se quedaron dormidos más de lo habitual.

“Se aguantó tanto que cuando por fin lo sacamos, parecía que nunca iba a terminar”, recuerdan entre risas.

Beneficios de adoptar un perro adulto

La pareja sabe que muchos descartan adoptar animales mayores por miedo a los gastos o a su aparente falta de energía. Ellos, en cambio, descubrieron lo contrario:

  • “Un perro adulto ya tiene hábitos, ya está educado. La adaptación es más fácil.”
  • “Además, saben que uno los escogió y por eso dan un amor inmenso. Odie es muy enérgico para su edad, pero también es respetuoso y agradecido.”

Un acto de amor

El mensaje que envían a la ciudad es claro: adoptar es un acto de amor y responsabilidad, sin importar la edad del animal. Hoy, más de 2100 esperan un hogar en el Centro de Bienestar Animal La Perla.

“Un perro es un miembro de la familia. Adoptar un adulto no es un gasto mayor, es darle una oportunidad de amor y recibir mucho más a cambio. Odie nos lo recuerda todos los días.”

La transformación de un hogar

Para Juan Guillermo y Daniela, Odie no solo es un compañero fiel, sino un verdadero superhéroe. Con su llegada transformó la tristeza en alegría, devolvió la esperanza a un hogar en duelo y hasta motivó a un abuelo enfermo a salir de nuevo a caminar.

A veces, los verdaderos héroes no llevan capa: tienen cuatro patas, una mirada noble y un corazón dispuesto a sanar el de quienes los adoptan.

Mientras sus dueños hablan, él ladra de vez en cuando, como queriendo participar de la conversación. Luego se echa en el suelo, tranquilo, seguro de que por fin encontró lo que buscó durante 13 años: un hogar que lo ama.

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